viernes, 21 de agosto de 2009

Los privilegios de un portafolio transparente

Llegó la transparencia a la Cámara de Diputados. Por algo se empieza. Y transparentes, de plástico, son los portafolios que reciben al acreditarse quienes en unos días más rendirán protesta e integrarán la nueva legislatura. Portafolios que permitían ver su contenido: diversos textos, la Constitución Política, la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, el reglamento, un manual, un pin y en una carpeta, las indicaciones de cómo poder disfrutar de los privilegios por ser representantes del pueblo. Así, uno a uno, una a una, quienes acudieron a registrarse, supieron que contarán con cuatro boletos de avión al mes, viajes redondos a sus lugares de origen; que quienes vivan a menos de 300 kilómetros de la ciudad de México tendrán pago de gasolina y tarjeta IAVE para las casetas. Y seguros de gastos médicos y de vida, y 152 mil pesos al mes, parte de ellos sus sueldos, pero también para sus funciones. Les será depositado en sus cuentas, si ya las tienen o podrán abrir nuevas. Comenzaron a llegar. El primero, antes de las 10 de la mañana, Rigoberto Salgado del PRD. Luego otros del mismo partido, de PT y Convergencia. Se le esperaba y no llegaba, Gerardo Fernádez Noroña. El leal seguidor de Andrés Manuel López Obrador intentó en el pasado ingresar al recinto. No lo dejaron. Ayer que podía hacerlo sin problemas, por la puerta grande, no aparecía. Entraban al Salón de Protocolo y comenzaba la transformación: recibían el trato de “señor diputado” o “señora diputada”, les tomaban la foto y, en la planta alta, ocupaban una curul y aprendían a votar con los botones verde, rojo y amarillo.
Otra importante instrucción: la de colocar el dedo para que el sistema reconozca la huella y oficialice la asistencia para que puedan debatir, subir a tribuna y no se les descuente la dieta.
Mientras todo eso ocurría, de entre los que salen varios perredistas se reunían: acordaban exigir a quien fue su coordinador, Javier González, que les rindan cuentas. A muchos no les han pagado el aguinaldo, cerca de 60 mil pesos por persona. “El problema es que aquí todo es opaco, nebuloso; sólo unos cuantos saben cómo se maneja el dinero”, decía la tabasqueña Mónica Fernández Balboa. Del Salón de Protocolo salía la transparencia. Porque los portafolios permitían ver las instrucciones para recibir los privilegios acostumbrados.

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