El enojo no expresado puede crear otros problemas como conductas pasivo-agresivas.
La agresión es una respuesta natural y de adaptación ante la amenaza; representa una emoción que inspira sentimientos y conductas poderosas que permiten luchar y defendernos cuando somos atacados.
Con frecuencia, detrás de la conducta agresiva se encuentra el enojo. El enojo ocurre como una respuesta a la frustración o ante una amenaza física o psicológica.
Las personas utilizan una variedad de procesos conscientes e inconscientes para manejar el enojo. Sus tres aproximaciones son: expresión, supresión y calma.
El expresarlo de forma asertiva y no agresiva constituye la forma más sana. Para hacer esto, se necesita aprender a mostrar con claridad las necesidades y establecer cómo alcanzarlas sin dañar a los otros.
¿Qué pasa cuando no expresamos el enojo?
El enojo no expresado puede crear otros problemas como conductas pasivo-agresivas (vengarse de las personas de manera indirecta, sin decirles por qué, en lugar de confrontarlas) o la creación de una personalidad permanentemente cínica y hostil hacia los demás.
La supresión sucede cuando dejamos de pensar en el enojo y nos enfocamos en algo positivo. El fin es inhibirlo y convertirlo en una conducta constructiva. Sin embargo, el peligro de ello es que, si no se permite una expresión abierta, el enojo se vuelve interno y se vuelca hacia uno mismo, lo que puede ocasionar hipertensión, depresión y autoagresión.
Las conductas autoagresivas se pueden presentar impulsivamente como una forma de liberar tensión, y van desde comerse las uñas, jalarse el cabello o pellizcarse la piel hasta golpearse la cabeza, morderse las manos y rascarse o frotarse en exceso.
La razón de las conductas autoagresivas
Existen muchas razones por las que una persona podría producir conductas autoagresivas, desde las bioquímicas hasta socioambientales. La deficiencia de calcio puede causar en los niños autistas conductas como golpearse los ojos con la punta de los dedos.
Otra razón por la cual un individuo puede golpearse la cabeza es para reducir el dolor de una infección del oído o una migraña.
Existen también causas sociales. Las personas que tienen dificultad para transmitir y comunicar sus necesidades pueden sentir frustración que, al incrementarse, se convierte en auto agresión. Para el tratamiento es importante analizar detalladamente el tipo, lugar y estímulos que disparan estas conductas, con el fin de poder diseñar una intervención apropiada.
Con frecuencia, detrás de la conducta agresiva se encuentra el enojo. El enojo ocurre como una respuesta a la frustración o ante una amenaza física o psicológica.
Las personas utilizan una variedad de procesos conscientes e inconscientes para manejar el enojo. Sus tres aproximaciones son: expresión, supresión y calma.
El expresarlo de forma asertiva y no agresiva constituye la forma más sana. Para hacer esto, se necesita aprender a mostrar con claridad las necesidades y establecer cómo alcanzarlas sin dañar a los otros.
¿Qué pasa cuando no expresamos el enojo?
El enojo no expresado puede crear otros problemas como conductas pasivo-agresivas (vengarse de las personas de manera indirecta, sin decirles por qué, en lugar de confrontarlas) o la creación de una personalidad permanentemente cínica y hostil hacia los demás.
La supresión sucede cuando dejamos de pensar en el enojo y nos enfocamos en algo positivo. El fin es inhibirlo y convertirlo en una conducta constructiva. Sin embargo, el peligro de ello es que, si no se permite una expresión abierta, el enojo se vuelve interno y se vuelca hacia uno mismo, lo que puede ocasionar hipertensión, depresión y autoagresión.
Las conductas autoagresivas se pueden presentar impulsivamente como una forma de liberar tensión, y van desde comerse las uñas, jalarse el cabello o pellizcarse la piel hasta golpearse la cabeza, morderse las manos y rascarse o frotarse en exceso.
La razón de las conductas autoagresivas
Existen muchas razones por las que una persona podría producir conductas autoagresivas, desde las bioquímicas hasta socioambientales. La deficiencia de calcio puede causar en los niños autistas conductas como golpearse los ojos con la punta de los dedos.
Otra razón por la cual un individuo puede golpearse la cabeza es para reducir el dolor de una infección del oído o una migraña.
Existen también causas sociales. Las personas que tienen dificultad para transmitir y comunicar sus necesidades pueden sentir frustración que, al incrementarse, se convierte en auto agresión. Para el tratamiento es importante analizar detalladamente el tipo, lugar y estímulos que disparan estas conductas, con el fin de poder diseñar una intervención apropiada.
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