América, ¿se llama así por Américo Vespucio?
Según descubrimientos recientes, el continente americano debe su nombre a un rico comerciante galés, originario de Bristol, llamado Richard Ameryk. Ameryk financió la segunda travesía trasatlántica de John Cabot —nombre inglés del navegante italiano Giovanni Caboto—, cuyos viajes entre 1497 y 1498 establecieron los límites del territorio que los británicos se apropiaron y que muchos años después se convertiría en Canadá.
En 1496, Caboto recibió de Enrique VII la autorización para «buscar tierras desconocidas en Occidente». Con su pequeño barco, el Matthew, Caboto llegó a la costa de Labrador en 1497 y se convirtió en el primer europeo en pisar el territorio continental —dos años antes que Vespucio—. A partir de entonces, Caboto cartografió la costa norteamericana desde Nueva Escocia hasta Terranova. Como principal patrocinador del viaje, Ameryk esperaba que algún descubrimiento llevara su nombre, y por ello su apellido quedó anotado en los mapas de la exploración que años después llegarían a España —donde Vespucio los habría visto—. Desafortunadamente, estos mapas primigenios se perdieron.
Por su parte, Vespucio viajó a Sudamérica y al Caribe —jamás a Norteamérica— en 1499, y se convenció de que las tierras descubiertas eran un nuevo continente y no Asia, como se pensaba.
En 1507, un cartógrafo alemán llamado Martin Waldseemüller publicó un mapa mundial basándose en las cartas de Vespucio, y asumió que el «América» que Vespucio usaba se debía a su nombre de pila, aunque el italiano jamás hizo tal reclamo, pues era común que si alguien se adjudicaba algún descubrimiento, se pusiera el apellido y no el nombre.
Si ése hubiera sido el caso, hoy en día nos llamaríamos «vespucianos» y no americanos.
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