Ante la sorpresa de propios y extraños, la profesora Elba Esther Gordillo, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se sentó a departir con los medios nacionales para contarles, sin el menor tapujo, cómo en 2006 negoció con el entonces candidato Felipe Calderón su apoyo electoral a cambio de que le fueran cedidas una serie de posiciones en el Gobierno.
En México sabemos bien que la profesora no da paso sin huarache, por eso ocho de cada 10 personas que entrevistamos para la encuesta de esta semana opinan que tan descaradas declaraciones no tienen otro fin que empezar a presionar a los que aspiran a ser candidatos a la Presidencia de la República en 2012, esperando así que comiencen los cortejos para ver quién se queda con sus afectos.
Hoy, cinco años después de que se celebraran los comicios en los que Calderón salió victorioso con apenas un 0,5% de ventaja, hay un porcentaje altísimo (49%) de electores convencidos, verdad o no, de que tan pírrica victoria se consiguió haciendo un fraude electoral. Por eso, poco favor le hace la profesora Gordillo a su aliado electoral al confirmar tan serenamente lo que ya prácticamente todos sospechábamos: que fue ella quien intervino para que algunos gobernadores de extracción priísta utilizaran sus influencias para inclinar la preferencia electoral a favor de Calderón, en detrimento de quien quedó apenas 250.000 votos detrás: Andrés Manuel López Obrador.
Si el apoyo del SNTE le significó a Calderón ganar la elección de 2006, pues barato le salió dejar la Lotería Nacional (que organiza los sorteos oficiales), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (organismo que atiende tanto la salubridad de los burócratas como sus pensiones), el Consejo de Seguridad Nacional y una subsecretaría en el Ministerio de educación en manos de la profesora Gordillo, aunque el 59% de las personas que entrevistamos sostiene que Gordillo ha sido una presencia negativa para el Gobierno de Felipe Calderón.
Hasta ahora nada indica que la competencia electoral en 2012 se presente con las complicaciones de 2006. Sin embargo, y por aquello de que los aspirantes a suceder a Calderón se dejen llevar por el canto de las sirenas, hay que subrayar que el 63% de los mexicanos piensa que el presidente nunca debió negociar espacios gubernamentales a cambio de apoyos electorales que, bien a bien, todavía no sabemos con certeza en qué consistieron, lo mismo que nadie nos ha aclarado para qué demonios la profesora Gordillo negoció con tanto ahínco que le dieran los espacios gubernamentales que finalmente le dieron.
Hay pragmatismos que resultan insultantes. En mi opinión, el de la profesora Gordillo es uno de esos. Me cuesta entender que los maestros sindicalizados contemplen impávidos cómo se utiliza su fuerza para negociaciones personales, lo mismo que no me puedo explicar cómo se desvelan intereses particulares en torno a posiciones gubernamentales y aquí nadie nos damos por ofendidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario