Hay nuevas investigaciones que cuestionan la idea de que un joven delincuente convicto no puede cambiar su comportamiento. Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que los cerebros de los delincuentes juveniles no necesariamente están madurando de manera anormal, sino que presentan un retraso en su desarrollo normal.
“Plantea preguntas muy importantes acerca de nuestro tratamiento a los menores delincuentes”, dijo Benjamin Shannon, del Departamento de Radiología de la Universidad de Washington, St. Louis, y autor principal del estudio. “Necesitamos discutir la idea de que estas personas merecen un trato muy duro en prisión y que alguien con 14 años puede estar arruinado de por vida”.
Los investigadores observaron a más de 100 delincuentes juveniles encarcelados en un centro de máxima seguridad. Encontraron patrones específicos de actividad cerebral asociada con el comportamiento impulsivo. “Lo que encontramos fue que la relación entre sus regiones motoras de planificación y otras partes del cerebro asociadas con la atención y el control, predecía si eran impulsivos o no”, dijo Shannon.
Los autores del estudio querían saber si verían estos efectos en los no delincuentes, y si se desvanecerían en las personas mayores. Los investigadores examinaron a 95 personas de entre siete y 31 años. Y hallaron que los cerebros más jóvenes parecían tener un patrón de conectividad cerebral “más impulsivo”; los cerebros de los participantes mayores parecían tener un “carácter menos impulsivo”, dijo Shannon. En otras palabras, aunque los jóvenes encarcelados recibieron severos castigos, tienen el potencial para superar su impulsividad, al igual que otros niños, y pueden desarrollarse terapias para ayudarles a hacer eso, dijo.
“Estos delincuentes menores de edad no son monstruos, no son algo totalmente fuera de lo común. Básicamente están en la misma trayectoria de desarrollo que el resto de nosotros. Tan sólo se retrasaron un poco”, dijo Shannon. Los próximos pasos serían hacer un seguimiento de estos participantes para ver si los patrones cerebrales han cambiado, y explorar si existe una terapia o un entrenamiento posiblemente útil inspirado en estas relaciones del cerebro, dijo.
Esta investigación no está dirigida al uso del escaneo cerebral de una manera preventiva: no busca ser utilizada como un medio para ver quién podría estar predestinado a cometer crímenes con base en sus patrones cerebrales, dijo Shannon. Sin embargo, sí contribuye con un creciente cuerpo de investigaciones que sugieren que los cerebros de los jóvenes delincuentes son diferentes incluso niños de tres años presentan signos en el cerebro asociados con la comisión de un delito en el futuro.
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