Un gran triunfo logró la Policía Federal con la captura del ‘Chango’, Jesús Méndez Vargas, presunto líder de la Familia Michoacana, en Aguascalientes este 21 de junio. Con anterioridad las fuerzas habían matado a Nazario Moreno González, el ‘Chayo’, considerado cabeza de la Familia Michoacana antes del ‘Chango’.El optimismo del vocero de seguridad pública, Alejandro Poiré, parecería justificado ante estos hechos. En casi todas las guerras, la victoria se logra cuando se mata o se captura a los líderes del ejército rival. Las numerosas capturas y muertes de capos del narco en los últimos años sugerirían que pronto las organizaciones criminales se rendirán o se dedicarán a otras actividades… O ¿será?
Por lo pronto el doctor Poiré nos dice que la Familia Michoacana ha quedado destruida. Ya no hay jefes que la encabecen.
Y, sin embargo, muchas preguntas saltan a la mente. ¿Decidirán los miembros y mandos medios de la Familia Michoacana retirarse o entrar a trabajar como peones en las huertas de aguacate de Michoacán ahora que se han quedado sin líderes? ¿Quedará el Estado de Michoacán libre del tráfico de drogas? ¿Llevará esta caída en el flujo de enervantes a un descenso en el consumo de la droga? ¿Preferirán los consumidores estadounidenses o mexicanos echarse unos shots de tequila en lugar de mariguana ya que éstos sí son legales? ¿Significa el descabezamiento de la Familia el fin de la violencia que ha asolado al Estado de Michoacán en los últimos años?
La verdad es que nadie se atreve a ofrecer respuestas positivas a estas preguntas. Poco importa qué tan importantes hayan sido el ‘Chayo’ y el ‘Chango’ en la organización: lo más probable es que los cientos o miles de personas que han estado trabajando para la Familia Michoacana continúen sus operaciones sin muchos cambios. De entre sus filas surgirán nuevos dirigentes para las células que ya existen.
Lo más probable es que la violencia, en lugar de disminuir, aumente. Si es verdad que el ‘Chayo’ y el ‘Chango’ controlaban a la Familia, ahora surgirán pleitos entre los capos menores que buscarán quedarse con la organización. Los Caballeros Templarios no desperdiciarán la oportunidad de quedarse con el territorio que antes tenía la Familia. Pero también otros grupos, desde los Zetas hasta el cártel de Sinaloa pasando por el del Golfo, encontrarán sin duda una oportunidad para adquirir nuevas posiciones.
Muchas veces las autoridades nos han anunciado en el pasado la destrucción de algún cártel. En algunas ocasiones, de hecho, sí han sido reales estos triunfos. Por ejemplo, el viejo cártel de Guadalajara, que encabezaban Ernesto Fonseca, Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero, fue desmantelado en los años ochenta. Pero el resultado no fue una disminución del narcotráfico o la violencia. Por el contrario, la fragmentación de la organización original llevó a la creación de los cárteles de Sinaloa y Tijuana, los cuales empezaron a enfrentarse entre sí. El tráfico de drogas nunca se redujo.
Yo no sé si la muerte del ‘Chayo’ o la detención del ‘Chango’ vayan realmente a destruir a la Familia Michoacana, como dice el doctor Poiré. Ciertamente hay que aplaudir que la Policía Federal pueda dar golpes como éste que se basan, al parecer, en un trabajo de inteligencia. Pero si la historia del cártel de Guadalajara es una indicación de lo que puede ocurrir ahora, lo lógico es esperar más violencia. No habrá ni una disminución en el flujo de drogas ni una baja en el consumo en México o en Estados Unidos, que deberían ser los objetivos de esta guerra.
Por lo pronto el doctor Poiré nos dice que la Familia Michoacana ha quedado destruida. Ya no hay jefes que la encabecen.
Y, sin embargo, muchas preguntas saltan a la mente. ¿Decidirán los miembros y mandos medios de la Familia Michoacana retirarse o entrar a trabajar como peones en las huertas de aguacate de Michoacán ahora que se han quedado sin líderes? ¿Quedará el Estado de Michoacán libre del tráfico de drogas? ¿Llevará esta caída en el flujo de enervantes a un descenso en el consumo de la droga? ¿Preferirán los consumidores estadounidenses o mexicanos echarse unos shots de tequila en lugar de mariguana ya que éstos sí son legales? ¿Significa el descabezamiento de la Familia el fin de la violencia que ha asolado al Estado de Michoacán en los últimos años?
La verdad es que nadie se atreve a ofrecer respuestas positivas a estas preguntas. Poco importa qué tan importantes hayan sido el ‘Chayo’ y el ‘Chango’ en la organización: lo más probable es que los cientos o miles de personas que han estado trabajando para la Familia Michoacana continúen sus operaciones sin muchos cambios. De entre sus filas surgirán nuevos dirigentes para las células que ya existen.
Lo más probable es que la violencia, en lugar de disminuir, aumente. Si es verdad que el ‘Chayo’ y el ‘Chango’ controlaban a la Familia, ahora surgirán pleitos entre los capos menores que buscarán quedarse con la organización. Los Caballeros Templarios no desperdiciarán la oportunidad de quedarse con el territorio que antes tenía la Familia. Pero también otros grupos, desde los Zetas hasta el cártel de Sinaloa pasando por el del Golfo, encontrarán sin duda una oportunidad para adquirir nuevas posiciones.
Muchas veces las autoridades nos han anunciado en el pasado la destrucción de algún cártel. En algunas ocasiones, de hecho, sí han sido reales estos triunfos. Por ejemplo, el viejo cártel de Guadalajara, que encabezaban Ernesto Fonseca, Miguel Ángel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero, fue desmantelado en los años ochenta. Pero el resultado no fue una disminución del narcotráfico o la violencia. Por el contrario, la fragmentación de la organización original llevó a la creación de los cárteles de Sinaloa y Tijuana, los cuales empezaron a enfrentarse entre sí. El tráfico de drogas nunca se redujo.
Yo no sé si la muerte del ‘Chayo’ o la detención del ‘Chango’ vayan realmente a destruir a la Familia Michoacana, como dice el doctor Poiré. Ciertamente hay que aplaudir que la Policía Federal pueda dar golpes como éste que se basan, al parecer, en un trabajo de inteligencia. Pero si la historia del cártel de Guadalajara es una indicación de lo que puede ocurrir ahora, lo lógico es esperar más violencia. No habrá ni una disminución en el flujo de drogas ni una baja en el consumo en México o en Estados Unidos, que deberían ser los objetivos de esta guerra.
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