Para estas fechas, hace seis años, el PAN ya tenía decidido y preparado su proceso interno de selección de candidatos. A mediados de septiembre de 2005 comenzó formalmente la elección interna que concluyó con la designación de Felipe Calderón como candidato presidencial. Es verdad que las reformas electorales de 2007 redujeron los plazos de las precampañas y las campañas, pero el hecho es que todos los aspirantes están ya trabajando en la búsqueda de su postulación y, como siempre, la simulación termina empañando la legalidad (sobre todo cuando, como en muchos otros temas, esa reforma electoral no se basó en la realidad y las exigencias del país sino en el rencor o las cuentas pendientes de algunos actores políticos).
En ese sentido, tiene razón el ex presidente Vicente Fox cuando dice que el PAN está rezagado en la lucha por la Presidencia (aunque se entiende mucho menos por qué tanto empeño en señalar que el ganador de esos comicios será Enrique Peña Nieto). Está rezagado y mucho, sobre todo porque no se terminan de establecer los acuerdos internos para liberar a los hombres del gabinete que desean buscar la candidatura: Ernesto Cordero y Alonso Lujambio. Mientras tanto,Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel siguen con sus labores de proselitismo, haciendo evidente, además, que no parten de compromisos con la administración federal. En el caso de Josefina, planteando una idea más integradora; en el de Santiago, de mayor confrontación y volviendo a ser, como hace seis años, el candidato del foxismo.
El caso más delicado es el de Ernesto Cordero. Ayer trascendió una información, surgida en el PRI, de que Cordero habría anunciado a un grupo de empresarios que se quedaría hasta noviembre, cuando comienza formalmente la campaña interna, para atender la coyuntura económica y negociar el Presupuesto. Todo es posible, pero la estrategia que tenía Cordero era, hasta hace unos días, muy diferente y creo que mejor. Es verdad que Cordero está haciendo un trabajo muy intenso entre las dirigencias panistas para pelear por la candidatura y también que ha logrado apoyos muy firmes entre ellas. Pero sus índices de conocimiento entre la población, incluso entre los panistas, siguen siendo muy bajos. Eso no implica, como algunos creen, que entonces ya no podrá remontar ni siquiera en la interna, pero Cordero necesita una exposición pública mayor, porque si bien es cierto que para ganar la candidatura se requieren como máximo unos 300 mil votos de adherentes y activos del PAN y en eso la superestructura cuenta mucho, no se puede olvidar que esos mismos electores quieren un candidato que sientan que puede ganar los comicios. Por eso fue que Calderón derrotó a Creel hace seis años.
Si Cordero decide quedarse hasta noviembre correría varios peligros. El primero y más evidente es que la situación económica internacional parece hoy relativamente controlada, pero sigue siendo muy volátil. Requiere atención de tiempo completo y una toma de decisiones muy clara y sin interferencias. Si Cordero se queda, será acusado una y otra vez de estar compitiendo con doble cachucha, con el peligro adicional de que cualquier tropiezo le será atribuido a su cartera. Segundo, porque es cuando menos difícil (y lo estamos viendo en estos días con el tema de las deudas fiscales de los estados) negociar el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos siendo al mismo tiempo aspirante presidencial. Los márgenes de negociación se reducirán en forma sustancial y el Presupuesto se partidizará aún más que en la actualidad. Tercero porque, si bien en la actual coyuntura la crisis le permite al secretario de Hacienda una mucho mayor exposición mediática, lo que puede mostrar no es el discurso que se espera de un candidato: lo peor que podría pasar es que el responsable de las finanzas públicas hablara y se pronunciara desde la perspectiva de un candidato presidencial. Corderohasta ahora ha tenido cuidado en no hacerlo, pero con el paso de los días eso será ya inevitable. Y, cuarto, porque la permanencia en el gabinete lo aleja de lo que resulta siempre lo más importante en un candidato: el acercamiento a la gente.
¿Qué tendría a su favor la permanencia? Los reflectores del cargo público, la indudable influencia que se ejerce desde esa posición, la posibilidad de seguir trabajando sobre la superestructura panista y el argumento de que, en última instancia, para competir en 2012 primero se necesita vencer en el PAN. Es verdad, pero una estrategia basada sólo en ganar la elección interna sin un fuerte posicionamiento de nombre entre la gente podría tener duras consecuencias para el panismo en 2012.
Cordero, si quiere ser candidato, debería mantener el plan original: terminado el Presupuesto y asegurado el llamado blindaje económico, debería salir a buscar a sus electores. Se había dicho que eso ocurriría esta semana, si no es así, el tiempo y la circunstancia irán jugando en su contra.
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